Las mascarillas, los geles hidroalcohólicos, la distancia de seguridad… Hemos instalado en nuestra «normalidad» tras la llegada de la COVID-19. Muchas cosas que han llegado para quedarse, al menos por un tiempo. Y, entre todas ellas, hay una que no veíamos venir tan fácilmente: el mundo digital.
Llevamos muchos años en los que Internet y todas las herramientas digitales se han demostrado indispensables para casi todo el mundo. “Casi”. Ahora esa pequeña parcela donde un smartphone era un mundo indescifrable; un WhatsApp, una mera herramienta para reenviar memes; y Facebook o Instagram, donde pierden tiempo mis hijos; ha terminado por desaparecer.
El confinamiento y la distancia social impuesta por la crisis sanitaria de la COVID-19 han obligado a mucha gente a aventurarse a conocer herramientas que hasta ahora solo habían sido una opción para ellos. Porque el mundo digital ya no es una opción, es una obligación.
¿Cuántos han hecho su primera compra on line durante los días que estuvieron encerrados en casa para poder recibirlo en sus domicilios? ¿Cuántos han hecho ejercicio usando vídeos de Youtube? ¿Hubo alguien que no hiciera videollamadas para estar en contacto con los suyos?
Y eso solo en el ámbito personal. El teletrabajo ha sido norma en un gran porcentaje de las empresas no solo españolas sino mundiales. Hemos aprendido a tener reuniones sin necesidad de tener que trasladarnos a ningún sitio y, mucho menos, tener que viajar a otras ciudades.
Una de las grandes metas que tiene la humanidad para las próximas décadas está en saber convivir mejor con el medio ambiente e instaurar un modelo mucho más sostenible. Es decir, este modelo digital se ha impuesto durante la pandemia, pero va a seguir presente una vez logremos superarla. ¿Por qué trasladarnos en coche o en avión para ver a un cliente cuando podemos hacerlo por videollamada y evitar contaminar? Suena muy idílico, pero todos los movimientos desde las esferas de influencia están siguiendo este patrón.
Son muchas las herramientas a las que podemos acceder desde nuestros negocios para aprovechar al máximo el mundo digital. La pandemia nos ha permitido estar en contacto con nuestros clientes a través de las redes sociales. E incluso podemos captar a través de publicidad digital nuevos compradores que están en casa y que pueden adquirir nuestros servicios (¡incluso disfrutar algunos de ellos dependiendo de nuestra actividad!) a través de Internet.
La pandemia nos ha traído muchas cosas negativas, pero debemos quedarnos también con lo que hemos aprendido para no repetir los mismos errores y salir reforzados. Un mundo digitalizado es un gran avance tanto a nivel individual como para negocios. Tenemos un abanico enorme de posibilidades. ¿Te subes al carro?